Nota: Haga un click en Solar System Exploration: Galileo Legacy Site (NASA-JPL) para obtener esta imagen en su mayor resolución.
Estas cuatro imágenes de Júpiter y el impacto del fragmento W del Cometa Shoemaker-Levy/9,
fueron tomadas a intervalos de 2 1/3 segundos.
La primera imagen (izquierda), no muestra un impacto.
En las siguientes tres imágenes, aparece un punto de luz (a la izquierda del terminador de Júpiter),
aumenta en brillo hasta saturar los elementos de la imagen, y luego desaparece, siete segundos después de la primera imagen.
Julio 22, 1994. Distancia, 238 millones de Kilómetros.
Mientras que la mayoría de las observaciones de la colisión del Cometa Shoemaker-Levy/9 con Júpiter
fueron hechas desde observatorios en la Tierra o desde una órbita Terrestre, Galileo tenía el mejor asiento de la casa.
Sólo el Galileo pudo ver directamente los sitios de impacto; desde la Tierra,
los sitios de colisión estaban en el lado de atrás de Júpiter, fuera de nuestra vista directa.
La posición es aproximadamente 44 grados Sur, como se predijo; las manchas oscuras a la derecha son de los impactos anteriores.
El diámetro de Júpiter ocupa aproximadamente 60 elementos de imagen.
Las imágenes fueron tomadas usando el filtro verde (luz visible).
El Galileo registró en cinta magnética la mayoría de sus observaciones de los impactos del Shoemaker-Levy y reprodujo esta cinta selectivamente.
Los científicos ahora creen que el punto de luz en esta imagen y otra data del Galileo,
muestra los efectos de los bólidos meteóricos (los fragmentos del cometa entrando en la atmósfera de Júpiter),
y no está relacionado con la subsecuente explosión y llamarada.
Una vez que toda la data del Galileo, el Telescopio Espacial Hubble y la obtenida desde el suelo sea combinada,
estará disponible una excelente caracterización de principio a fin, de este extraordinario fenómeno.
Análisis preliminares de la data de tres de los instrumentos del Galileo
indicaron que uno de los fragmentos del S-L/9 explotó en una llamarada de 7 Kilómetros de diámetro.
Esta llamarada del fragmento G, en Julio 18 de 1994,
cuando fue inicialmente detectada por el Espectrómetro Ultra-violeta y el Fotopolarímetro-Radiómetro,
fue de cerca de 7.600 grados Kelvin, que es más caliente que la superficie del Sol.
Cinco segundos más tarde, lo detectó el Espectrómetro de Mapeo en Infrarrojo Cercano (NIMS),
registrando la expansión de la llamarada, su elevación, y enfriamiento,
durante un minuto y medio, hasta que tenía cientos de Kilómetros de diámetro y sólo 400 grados Kelvin (127 Celsius).
De esta forma, Galileo ha provisto un conjunto de data único sobre el S-L/9, esto es,
el único perfil sobre el tamaño y temperatura de la llamarada durante los primeros minutos del impacto mismo.
Basados en la data del NIMS, sabemos que las llamaradas super-calientes asociadas con los fragmentos G y R,
duraron cerca de un minuto (antes de enfriarse lo suficiente como para ser invisibles para el NIMS).
También sabemos (por el NIMS) que la pluma de eyecta comenzó a caer de vuelta a la atmósfera cerca de 6 minutos más tarde,
haciéndose más y más brillante durante los 3 minutos observados.
Data obtenida desde la superficie de la Tierra indica que el total de la fase de caída para cada uno de los dos fragmentos
duró cerca de 10 minutos, con el pico de brillo alcanzado en cerca de 5 minutos después de la detección inicial.
La eyecta explotó fuera de la atmósfera a una velocidad vertical con un mínimo de 4,3 Km/seg,
con partículas alcanzando hasta cerca de 380 Km de altura!
El Galileo puede ayudar a contestar muchas preguntas sobre la colisión. Por ejemplo, cual era el tamaño de los fragmentos del cometa? Eran grandes, de varios Kilómetros de diámetro, como algunos predijeron? O eran mucho más pequeños - de sólo medio Kilómetro de diámetro - o incluso, tan sólo pilas de desechos sueltamente unidos, o trazas de polvo?
Una cuestión relacionada, es cuán profundamente penetraron las partes del cometa en la atmósfera de Júpiter antes de explotar.
Fragmentos únicos, grandes y sólidos,
se habría esperado que penetrasen más profundamente y sacasen el agua de las presuntamente húmedas capas atmosféricas,
mientras que pilas o trazas de desechos podrían haber sólo causado lluvias de meteoros en la atmósfera superior,
sin penetrar profundamente.
La data espectroscópica preliminar implica que los fragmentos no penetraron muy profundamente,
puesto que poco o ningún agua fue lanzada a la estratosfera.
Otra cuestión interesante es por qué Europa, el gélido satélite Joviano,
no reflejó los brillantes destellos en el lado oscuro de Júpiter, como se esperaba.
La gélida y brillante superficie de Europa, en la sombra,
debió haber servido como un excelente espejo para los brillantes destellos y subsecuentes llamaradas.
Pero no ocurrió de esa forma.
El Galileo puede ser el más capacitado para responder las preguntas sobre los destellos ópticos.
Quizás la cuestión más sorprendente es, qué causó que esas inmensas manchas negras permanecieran en la atmósfera superior de Júpiter.
Las manchas más grandes fueron mayores que todo el planeta Tierra y mucho más oscuras y más prominentes que la Gran Mancha Roja.
Inicialmente, se esperaba que palidecieran y se desaparecieran en unos pocos días, pero persistieron durante meses
- incluso un año en algunas longitudes de onda.
Concebiblemente, al acercarse el Galileo a su meta,
también será capaz de ayudar a explicar estos aspectos de los impactos del S-L/9 en Júpiter.
Primera imagen: Lanzamiento del Galileo en el STS-34 Atlantis
Regreso: Galileo A Júpiter
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Actualizada: Diciembre 1 '96
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